Día 2º) Martes 06/12/11
A las 8:00 desayuno en la terraza de la 6ª planta, todo de un blanco impoluto y con orientación al este por lo que el sol entraba de lleno a través de la cristalera, tuve que echar las cortinas, blancas también, y ponerme las gafas de sol para poder desayunar.
Para el desayuno, pan, frutas, cereales, mantequilla y mermeladas, dulces, un poco de jamón de york y varios tipos de queso, pero nada de fritos o cocinados.
Desde la terraza se divisaba la torre de la Koutubia, el Atlas y toda la Avda. Mohamed V, aunque en las fotos, debido a la bruma de la mañana y la contaminación, no se aprecia muy bien.
Vistas desde la terraza del hotel
Salimos hacia la medina por la gran arteria de la ciudad que une la zona nueva con la vieja, la Avda. Mohamed V, esta ancha avenida llena de Hoteles, restaurantes, comercios internacionales, un Zara, un McDonald, etc., aún con la mayoría de las tiendas cerradas, sólo te recordaba estar en un país árabe los limpiabotas, ya casi perdido en la sociedad occidental, y el caótico tráfico.
Entramos en la oficina de turismo, sin éxito, un edificio casi vacío con cuatro folletos por allí tirados y una persona que no sabía ni español ni inglés y no tenía muchas ganas de informar, por la orientación que vimos que le estaba dando a un chico antes que a nosotros decidimos marchamos, ya encontraríamos otra o nos apañaríamos con la información que llevábamos.
Continuamos por la Av. Mohamed V hasta toparnos con la muralla donde comenzaba la medina, pasamos por el Ayuntamiento y un centro artesanal que no entramos, pues no lo recomendaban Jaime y Noah y como nuestro objetivo principal no eran las compras, no porque no tuviéramos interés en comprar nada, sino por el problema del peso en el avión, íbamos justitos y en Ryanair no se andan con chiquitas, a un chico delante nuestra a la vuelta, por excederse le hicieron pagar 70€.
Muralla de la medina
Ayuntamiento
Llegamos por fin a la torre más famosa y más visitada de Marrakech y que veníamos divisando desde kms., la Mezquita de Koutoubia o Kutubia es el edificio más representativo del arte almohade en la ciudad. Como en la mayoría de las mezquitas, la entrada está prohibida a los no musulmanes, por lo que sólo la pudimos ver por fuera y sus alrededores.
La finalización de la construcción de la mezquita, tuvo lugar en 1158. Su alminar de 69 m de altura, le hace ser el edificio más alto de la ciudad, está prohibido construir a más altura. Es el modelo de los de las mezquitas de Rabat, con la Torre Hasan y de la Giralda de Sevilla (aunque mi querida Giralda, al ser copia de esta, la superaron en altura (101 m, incluida la giraldilla) y en belleza.
La decoración es diferente en cada una des sus caras. El minarete remata con cuatro bolas doradas, superpuestas y de tamaño decreciente, la más grande de 2 metros de diámetro. Las leyendas cuentan que originalmente estas bolas eran tres, representando los mundos terrestre, celestial y espiritual. La cuarta habría sido una donación de una de las esposas del sultán Yaqub el-Mansur, quien habría fundido sus joyas de oro para realizarla como penitencia por haber roto el ayuno del Ramadán comiendo tres uvas...
El nombre de la mezquita, que literalmente quiere decir la de los libros (kutub en árabe es "libros") hace referencia a la importante biblioteca que tuvo, además del mercado de libros que se desarrollaba en sus alrededores con más de cien puestos.
Rodeada de jardines realza su belleza.
Alrededores de la Koutubia
Mezquita de la Koutubia
Santuario de Lalla Zohra
Junto a la Koutoubia se levanta el pequeño santuario de Lalla Zohra, una mujer que, según la tradición, llegó a ser una de las más influyentes mujeres del imperio almohade pese a ser la hija de un pobre esclavo liberado. La leyenda asegura que esta mujer se transformaba cada noche en paloma para conocer sin ser descubierta los secretos de los más poderosos vecinos de Marrakech. El santuario, de un blanco impoluto, es un buen ejemplo de arquitectura almohade.
Continuamos hacia la cercana plaza de Djemaa El Fna, pasando antes por otra oficina de turismo, en esta ocasión aunque las dos chicas que estaban en el mostrador, no se para que estaban, no tenían ni idea de nada, enseguida apareció otra que al menos en mi escaso inglés pudimos entendernos, nos dio otro plano de la ciudad y muy amablemente nos dejó incluso pasar a las toilettes. Seguimos hacia Djemaa intentando sobrevivir cada vez que teníamos que cruzar una calle, pasamos por la animada calle peatonal que nos lleva directamente a la plaza, empezando a asaltarnos los primeros vendedores queriéndote llevar a sus puestos, ofrecedores de excursiones de un día, cazadores de clientes de restaurantes, chico haciendo acrobacias, …toda una odisea.
Plaza Djemaa El Fna
La plaza Djema-el-Fna de Marrakech es una de las plazas más famosas del mundo. Realmente es una explanada grande lejos de lo que todos conocemos por una plaza rodeada de monumentos, en su alrededor lo que podemos encontrar son puestos de todo tipo, cafés y restaurantes donde desde sus terrazas se puede contemplar el espectáculo que la plaza nos ofrece.
Su céntrica ubicación, muy cercana a la Koutoubia, a las murallas y al increíble zoco la hacen ser un punto de encuentro muy frecuentado tanto por turistas como por los habitantes de la ciudad.
Son dos mundos diferentes, una de día, llena de vendedores ambulantes, puestos de zumos de naranjas que te lo exprimen en el momento por muy pocos Dh, encantadores de serpientes con su soniquete tan particular que si le tienes pánico a estos animalitos, te avisan perfectamente por donde se encuentran para no acercarte, aguadores con sus originales gorros , contadores de historias…
Y por la noche se convierte en una inmensa explanada oscura con un montón de puestos de comidas en el centro, bien iluminados cuyos cocineros y camareros que hablan cualquier lengua del mundo para convencerte que comas en su garito y en los alrededores, echadoras de cartas, tatuadoras de henna, vendedores de cualquier cosa como alargadores de pene, bailarines travestidos, etc.
Djemaa de día
Encantador de serpientes y vendedor de agua con su atuendo típico (fotos de mundocity) que nosotros no pudimos fotografiar porque nos pedirían una suma importante.
Después de pasar un rato por la plaza contemplando los espectáculos anteriormente descritos, nos fuimos hacia la zona sur de la medina con dirección al Palacio de la Bahía que era nuestra primera visita de monumentos interesantes de los previstos en nuestro viaje.
Por el camino nos adentramos en un laberinto de calles, más bien callejones, con enrevesadas rejas de hierro que se ven por todas partes, llenos de puestos, los conocidos como zocos de la zona sur, especias, lámparas, bolsos, babuchas, etc. ver su colorido, oler sus aromas tan particulares, asediándote a cada momento un vendedor ofreciéndote sus artículos, es lo diferente, lo que lo hace tan especial, a mi particularmente esto me gusta pero para un rato, durante mucho tiempo termina agobiándome.
No se si llevaríamos algún cartel en la frente de que éramos españoles pero en cuanto nos veían intentaban chapurrear las cuatro palabras en español que sabían para atraerte hacia sus negocios.Tuvimos que preguntar varias veces para poder llegar a nuestro destino, pero claro, siempre lo hacíamos a las personas que estaban en un puesto fijo que sabíamos que no se podían mover de allí, de lo contrario si preguntábamos a alguien de la calle, enseguida se ofrecían a acompañarte para recibir su consabida propina.
Parece muy fácil llegar, pero a pesar de tener mapas de la ciudad, cuando te adentras en la medina, es muy difícil orientarte pues todas las calles te parecen iguales y entremedio te salen un montón de callejones que no sabes por cual tirar. Los planos que hemos podido encontrar, no se si los habrá mejores, pero los que manejamos sólo nos servían para las calles principales y avenidas o barrios fuera de la medina, de todas formas la gente es muy amable y en cuanto te ve un poco “perdido” enseguida te indican el monumento más cercano pues intuyen que vas hacia allí.
Fotos de la zona sur de la media, de camino hacia el Palacio Bahía
Palacio Bahía
Por fin llegamos al Palacio de la Bahía, situado en Mellah, antiguo barrio judío de la ciudad. El palacio, a pesar de ser inmenso (160 habitaciones), sólo se puede visitar un tercio del mismo. Es propiedad de la Familia Real. Data de 1880 con una construcción muy típica de la arquitectura árabe.
En las 8 hectáreas de extensión que tiene el palacio se ubican 150 habitaciones que dan a diversos patios y jardines. La parte más interesante del Palacio Bahía es el harén de las 4 esposas y las 24 concubinas de Abu Bou Ahmed.
Como curiosidad, el nombre del palacio significa "el bello" o "la bella". Hay diversas teorías de si el nombre viene dado por el palacio en sí, o por la mujer preferida del visir, en cuyo caso sería "El Palacio de la Bella".
Si hay algo que achacar a este palacio es que todas sus habitaciones se encuentran vacías. Cuando murió el visir mucha gente, incluidas sus esposas y el propio sultán, decidieron desvalijar por completo cada una de las estancias.
Por suerte, la impresionante decoración del techo aún permanece.
A los españoles, principalmente a los andaluces, nos llama menos la atención este tipo de construcción, porque a pesar de ser impresionantes, aquí tenemos muchos edificios de la herencia que nos dejaron nuestros antepasados, muestra de ellos es la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, el Alcázar de Sevilla, la Giralda e innumerables patios de caserones del casco antiguo sevillano, que aún conservan los azulejos primitivos de aquella época y el diseño de los edificios con patios interiores para dar luz a las habitaciones, o los barrios de la judería en Córdoba o el Barrio de Santa Cruz en Sevilla se semejan mucho a las calles de la medina, todos ellos con calles estrechas y con la misma intención para dar sombra y resguardarse del intenso calor de los largos veranos, pero entiendo que para un norte-europeo o para un americano esta cultura debe ser un choque impresionante.
Tras pagar la entrada 10 Dh (unos 0,90 cts de €) iniciamos nuestra visita. Había muchos españoles, teniendo en cuenta que al igual que nosotros, viniendo una semana con dos fiestas en medio, todo un acueducto, aprovechamos para visitar una ciudad con buen clima y que no estuviera muy lejos.
Muy cerquita del Palacio Bahía está el Palacio Badi, ese fue nuestro siguiente destino. También estaba muy cerca de allí el Palacio Museo Dar Si Said, pero un señor muy amable en la puerta nos dijo que no fuéramos que ese día martes, estaba cerrado.
Palacio Badi
Fue construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la derrota de los portugueses en Wed al Makhazín (la Batalla de los Tres Reyes).
Dado que actualmente se encuentra totalmente en ruinas, tenemos que fiarnos del enorme tamaño de su patio y de los cronistas de la época para hacernos una idea de lo que llegó a ser. Se dice que "El Incomparable" (El Badii) fue un palacio con más de 300 habitaciones decoradas con los mejores materiales de la época: oro, turquesas y cristal.
La debacle del palacio llegó a finales del siglo XVII, cuando el sultán Moulay Ismail decidió trasladar la capital de Marrakech a Meknes saqueando por completo el Palacio Badi.
Para que el palacio tenga más interés para la mayoría de los mortales, en su interior se exhibe el mimbar (púlpito) de la Koutoubia. Está tallado en madera de cedro y tiene incrustaciones de marquetería y pequeñas escrituras realizadas en oro y plata por artesanos de Córdoba en el siglo XII.
Nosotros no lo vimos y eso que lo sabíamos lo estuvimos buscando adrede pero no lo encontramos, no se si estaba en algún sitio que no vimos o bien lo tenían en un edificio que estaba en restauración, están allí los operarios trabajando y no dejaban entrar.
Precio de la entrada: 10 Dh
Fotos y vistas de la planta alta del Palacio Badi.
Al salir del Palacio Badi entramos en varios sitios, para preguntar si tenían alcohol, algunas terrazas monísimas, muy coquetas, pero claro, sólo para tomar té o refrescos y a algunos de mis acompañantes no le gustan ni las infusiones ni los refrescos por lo que seguimos caminando hacia nuestro destino siguiente, las tumbas saadíes y dejaríamos la cervecita para la noche en el bario de Gueliz.
Mezquita de la Kasbah
Para llegar a las Tumbas saadíes desde el Palacio Badi, hay que pasar por la Plaza de las Kasbah y la Mezquita del mismo nombre, la que veis en las fotos, es una estampa preciosa.
Tumbas Saadies
Estas tumbas datan de finales del siglo XVI y están localizadas en un jardín cerrado al que se accede a través de un pequeño pasillo, junto a la mezquita de la Kasbah, fue redescubierto en 1917 por el servicio de Bellas Artes y Monumentos Históricos, cuyos trabajos de restauración permiten apreciar hoy la magnificencia de este cementerio real, en tal año fueron abiertas al público.
En el mismo jardín se pueden ver más de 100 tumbas decoradas con mosaicos. En ellas están enterrados los cuerpos de los sirvientes y guerreros de la dinastía saadí.
El edificio más importante es el mausoleo principal. En él está enterrado el sultán Ahmad al-Mansur (el creador) y su familia. El mausoleo consta de 3 habitaciones, siendo la más conocida la de las doce columnas, en la que están enterrados sus hijos.
La entrada cuesta 10 Dh y creo que merece la pena pasar media hora haciendo esta visita tan interesante.
Vista de las Tumbas Saadies desde el Hotel La Sultana
Al salir de las tumbas saadies, nos fuimos de nuevo para la plaza, ya era hora de comer y habíamos optado por el Restaurante Chez Chegrouni,sito a la derecha de la plaza quedando la Koutubia a la izquierda recomendado por Jaime y Noah, el único problema para nosotros es que al estar en la medina no tenían alcohol, pero bueno, merecía la pena comer un día sin cerveza si el sitio tenía unas vistas espectaculares de la plaza y tenía buena relación calidad-precio.
Pudimos comprobar que era cierto, pedimos tortilla de verduras, brochetas de vaca, Tajín de kefta con tomate frito y huevo y filetitos de cordero, así como un plato de cous-cous, tres coca colas y 3 zumos de naranja, todo ello por 308 Dh (28€), bastante bien ¿verdad? y tenían la buena pinta que veis en la foto.
Restaurante Chez Chegrouni
Vistas de la Plaza Djemaa desde el Restaurante Chez Chegrouni
En Calesa al Palmeral
Cuando acabamos de comer, optamos por algo más relajado después de la intensa mañana que habíamos tenido y preguntamos a una de las calesas que había en la plaza cuánto nos costaría ir al Palmeral, lógicamente nos dijo una auténtica burrada, por si colaba, 400 Dh (36,50€), en mi lucha con con el cochero para que bajara el precio, porque siempre me tocaba a mí, lo más que pude conseguir fue a 225 Dh (20,50€) por dos horas y media aproximadamente para cuatro personas, incluyendo una espera para tomar café en el Hotel Golf. Creo que hubiera conseguido mejor precio, pero a mis acompañantes les parecía bien y no me dejaron regatear más.
Aquí estoy negociando con el calesero para que nos llevara al Palmeral
La calesa, aunque nos tocó una muy normalita, gracias a Dios, las había con una decoración muy sofisticada con un ramo de flores de plástico en el centro de los asientos. Exteriormente todas son iguales, de color verde, están numeradas y tienen pegada una “tarifa oficial”, que yo me río de esa tarifa, después cada uno cobra lo que le viene en gana, aunque de alguna manera deben estar reguladas oficialmente.
El palmeral se encuentra a unos 9 kms. en coche desde la plaza Djemaa. La forma de acceder al palmeral para un turista, es bien en taxi o en calesa, aunque parezca más una turistada, en taxi sería muy rápido y perdería todo su encanto.
En la calesa, se sufre con el tráfico igual que cuando vas en coche, incluso presenciamos un pequeño enfrentamiento por un coche que se metió por medio. Pasamos por algunos barrios muy muy pobres hasta llegar al palmeral.
Instantáneas desde la calesa camino del Palmeral
El Palmeral
Las palmeras en sí dejaban mucho que desear, no se si estaban enfermas pero se encontraban muy peladas, esto me decepcionó un poco pues esperaba un palmeral más frondoso. Por el camino a cada rato nos encontramos con grupos de camellos para alquiler y sus crías, que supongo que será la única forma de acceder al interior del palmeral, con la calesa no nos podíamos desviar de la estrecha carretera.
El Palmeral de Marrakech tiene más de 100.000 palmeras y fue plantado durante la dinastía almorávide en un terreno de más de 13.000 hectáreas.
Actualmente está considerado una zona de lujo y es el centro de un gran plan urbanístico que incluye residencias, hoteles y campos de golf.
El palmeral sigue siendo una fuente de riqueza para la ciudad. Además de los dátiles y la madera que se obtiene de las propias palmeras, éstas crean un buen ecosistema para los árboles frutales y las plantaciones que allí conviven.
Hotel Palmeraie Golf Palace
Al llegar al lujoso hotel Golf nos dejó en la puerta nuestro cochero y quedamos con él que en media hora volveríamos. El hotel era una maravilla como podéis ver en las fotos, preciosos jardines con fuentes, salones de ensueño con reservados para tomar el té con cojines en el suelo, techos, lámparas y puertas de las mil y una noche, pensábamos que no nos dejarían entrar por no llevar una ropa adecuada para el lugar, más que nada por los pies, que llevábamos zapatillas de caminar, pero no pusieron ninguna objeción. En el hotel consumimos cuatro cafés con cuatro botellas de agua, 160 Dh.(14,50€).
Cuando ya íbamos de vuelta, aun por la estrecha carretera del palmeral, nos abordaron dos policías motorizados y tuvimos que apartarnos a un lateral, enseguida llegó un coche oficial que resultó ser el hermano del Rey, jajaja, mira por donde, lo mismo estuvimos tomando café a su lado y no lo sabíamos.
Lo cierto es que ese es el lugar que han elegido los señores más adinerados para instalar sus mansiones y los mejores hoteles, las casas no se podían llegar a divisar ni desde la calesa, debido a la altura de sus muros repletos en sus bordes de trozos de cristales para evitar curiosos y amigos de lo ajeno.
La calesa nos dejó donde la habíamos tomado, en plaza Djemaa, después de dar una vuelta por allí, se nos hizo de noche y vivimos en vivo y en directo la “otra” plaza que describí antes, tan diferente de por la mañana. Como aún era temprano no se nos apetecía cenar, además no estábamos muy por la labor de comer en la plaza, las condiciones de higiene no son las más propias y no queríamos que una diarrea nos fastidiara el viaje.
Plaza Djemaa de noche
Como comenté en el capítulo anterior, casualmente se estaba celebrando un Festival de Cine Internacional, y a parte de las películas que proyectaran en el cine de Gueliz, al lado de nuestro hotel, tenían montada una pantalla gigantesca en la misma Plaza, justo cuando nos íbamos a ir estaban poniendo una película de la iglesia maradoniana, la famosa mano de Dios de Maradona y ya nos quedamos un rato para verla.
De vuelta caminando hacia el Hotel La Renaissance por la Avda. Mohamed V.
Al llegar al hotel nos quedamos tomando unas cervezas en la Brasserie, el bar del hotel (9 cervezas, 225 Dh= a 2,28€ cada una) y como estábamos agotados, decidimos cenar en el hotel con las provisiones que habíamos llevado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario