15 dic 2009

ARGENTINA: Nov-Dic/2009 - CAP. IV

 
DÍA 4º. MIÉRCOLES  25/11/09 – Buenos Aires – Puerto Madryn



Esta mañana diana a las 04:30, nos vienen a buscar al hotel a las 05:30. Nos perdemos el desayuno, pero tienen el detalle de darnos un café con leche y unos croasanes (medias lunas como las llaman ellos).

Traslado al Aeroparque Jorge Newbery, que es el aeropuerto de los vuelos internos (o de cabotaje como le llaman ellos), para tomar el vuelo con dirección a Trelew. Está a 7,8 Kmts. a unos 15’ aproximadamente del hotel.


Allí tuvimos un rifi-rafe con la guía pues en los vuelos internos el peso permitido para  el equipaje de mano son 5 kilos en vez de 10 de los intercontinentales, salvo cuando se combinen ambos tipos de vuelos de la misma compañía y los billetes sean comprados en un mismo paquete, esta información la obtuve de la pagina web de Aerolíneas antes de partir y temiéndome que no lo aplicaran me llevé impresa la hoja para demostrarlo en caso de necesidad, pues hubo que sacarlo y no había manera de convencer ni a la guía ni a la operaria del mostrador, con lo cual una maleta de mano que pesaba  7/8 kgs. nos obligaron a facturarla. 


Con las prisas y con los nervios facturamos la que llevaba  el notebook y la cámara grande de fotos, por ahí sí que no estábamos dispuestos a pasar pues tal y como tratan las maletas nos teníamos que despedir de dichos objetos, nada más entregarla nos dimos cuenta del error y la reclamamos. Aquí tengo que reconocer que esperaba que fuera mucho más problemático el rescatarla después de haberla facturado, y fue bastante fácil y tardaron muy poco en devolverla, con lo cual al sacarle el ordenador y la cámara y meterlos en la mochila aminoró bastante el peso y ya no hizo falta facturarla de nuevo.


A las 07: 20 de la mañana tenía prevista la salida el vuelo a Trelew y la llegada a las 9:20. Sólo tuvo 10’ de retraso con la mala fama que tiene Aerolíneas Argentinas.
Vuelo  AR2862 (Operado por Austral Líneas Aéreas) Avión: MC Donell Douglas MD-88. Asientos: 7 D y 7 E. Al llegar al aeropuerto de Trelew, muy pequeño y además en obras, nos estaba esperando  Gerardo, el guía que nos acompañaría durante toda nuestra estancia en Puerto Madryn, hombre muy corpulento, con aspecto de buena persona, paciente, sereno, muy profesional y no tenía tan marcado el acento argentino.
Estaba un día precioso, soleado y por supuesto algo más fresco que en Buenos Aires, tuvimos mucha suerte pues algunos compañeros de la excursión nos dijeron que el día anterior había caído una tromba de agua impresionante, algo anormal y totalmente atípico en esa zona tan desértica, con lo cual al estar todo tan seco, el día que llegamos no quedaban casi ni charcos.
Nada más llegar,  Gerardo nos ofrece la excursión a la pingüinera de Punta Tombo, incluyendo visita al pueblo de Gaimar y al Museo Paleontológico de Trelew, esta era una de las excursiones que no nos iban incluidas en el circuito pero que yo particularmente tenía más ganas de hacer, no me podía venir sin ver la pingüinera  e incluso había estado haciendo algunas gestiones por Internet para ver cuánto me llevaban contratando algún taxi o remis. Con un remis que contacté vía correo electrónico, me dijo que esa excursión, costaba 700 pesos (123 €), o sea 350 pesos por persona, la diferencia con la que nos ofrecía Gerardo era que saldríamos y regresaríamos a Puerto Madryn, el resto era igual, por lo que al decirnos Gerardo que costaba 215 pesos por persona (38 €, claro que lógicamente nos costó 40 por no tener monedas para devolver, pero lo tomamos como propina), accedimos del tirón pues era, a parte de más barato,  mucho más cómodos ir todos juntos desde el aeropuerto y luego nos llevaban al hotel que no tener que estar haciendo doble el camino de P.Madryn a Trelev y viceversa, puesto que para ir a la  pingüinera, teníamos que pasar por Trelew, o bien perdiendo tiempo (que en este tipo de viaje es lo más valioso), buscando una oferta más económica.

Enseguida de salir del aeropuerto paramos en una estación de servicio, no sé si para repostar el microbús, pero sí nosotros para el día que nos esperaba, agua y las chucherías que cada uno quisiera, ahí vivimos nuestra primera experiencia con el mate. 
Gerardo, nuestro guía, el conductor y los empleados de la E.S. aprovecharon el descanso para tomarse un mate y nos ofrecieron compartir la famosa infusión de yerba. Es muy curioso cómo lo hacen,  me llamó mucho la atención lo ceremonioso del caso, tienen la vasija o matera donde se pone la hierba, la bombilla (especie de cañita hueca de madera o generalmente de metal por donde absorben la infusión) y un termo de agua que debe estar muy caliente pero sin llegar a hervir para que no se queme la hierba. Cómo la matera  la llenan de hierba hasta el 75% aproximadamente de su capacidad, le queda poco espacio para añadirle el agua por lo que tienen que estar echando agua continuamente desde el termo caliente, y con una sola bombilla la van compartiendo todos los presentes y además es una descortesía el despreciarlo (claro, de eso me enteré después) porque ya lo había rechazado excusando que acababa de meterme en la boca un chicle de menta y no me iba a saber bien, era cierto, pero también me daba un poco de reparo chupar de la misma bombilla de tres señores que no conocía de nada, si al menos ya hubiéramos llevado unos días juntos… y con la psicosis que hay en ese país con la Gripe A, bueno creo que perdí mi oportunidad de beber mate con argentinos porque ya no se presentó de nuevo la ocasión para que me lo ofrecieran otra vez.
Emprendimos nuestra aventura del día empezando por  recorrer los 110 kmts. que separan Trelew de Punta Tombo tras un camino con grandes rectas pero pesado por no estar asfaltada la carretera casi en  su totalidad, 107 kmts. están de ripio . No podría precisar exactamente cuánto tiempo tardamos en llegar pero serían cerca de 2 horas, tiempo que aprovechó Gerardo para ponernos al corriente acerca de la vida, reproducción y curiosidades de estos elegantes animalitos, así como darnos las correspondientes instrucciones para no asustarlos ni infringir las normas: tenemos un caminito marcado entre piedras blancas por donde debemos hacer el recorrido, no debemos pasar a la zona de pingüinos,  no dar de comer, no tocarlos, y si ellos se cruzan tienen siempre prioridad de paso, tenemos que cedérselo si no se desorientan.

Los pingüinos, son aves que no vuelan y están adaptadas para nadar con bastante rapidez por pasarse la mayor parte de su vida en el agua, los que allí vemos son de la especie de Magallanes, en Punta Tombo es donde se asienta la colonia de pingüinos magallánicos más grandes del mundo con una población de adultos de más de 400.000 ejemplares.Animalitos de unos 50 cms. y 5 kgs. de peso con plumaje de pecho blanco, lomo negro y un doble collar blanco y negro y se comunican mediante un rebuzno para alejar a los extraños y atraer a su pareja.
Llegan anualmente a este lugar para anidar, aparearse, tener sus crías y mutar para luego en el mes abril marcharse al noroeste de Sudamérica  y cíclicamente regresar en el mes de septiembre siguiente.Son animales fieles hasta la muerte, vuelven con su misma pareja y al mismo nido.
No podría describir lo que sentí viéndome en esta reserva natural  rodeada de estos pequeñajos, a diestra y siniestra, sin saber dónde mirar caminando entre ellos observando su forma de vida, siguiendo de cerca sus pasitos, viendo como incubaban y cómo cuidaban a algunos de sus pichones recién nacidos, mirar como conservan sus nidos y crías entre los arbustos y cómo entran en el mar para alimentarse o cómo salen de él para volver a la incubación.
Para mí fue un experiencia única y eso que no me gustan mucho los animales, pero es tan distinto verlos en su hábitat natural y  sabiendo  que si no se ven allí no hay ningún otro lugar del mundo donde se puedan ver.





Aparte de los pingüinos también se podían ver otros animales como guanacos (de la familia de las llamas) y unas especies de ratitas que no recuerdo su nombre, entre otros.
El tiempo pasó rápido y antes de partir tuvimos tiempo libre para comer en el propio parador de de la entrada. Allí lo que había era un fast food a lo argentino: bifes de carne o empanadillas (aunque ellos las llaman empanadas), tomamos dos bifes con ensaladas + tres Quilmes, no recuerdo el precio.
Al regreso pasamos por Gaiman pequeña localidad de aproximadamente 3.000 habitantes donde vive la colonia galesa más importante de la provincia, descendientes de los primeros galeses que fundaron y se asentaron en la ciudad, es muy conocida entre otras cosas, por sus casas de té con pastas.
Nosotros visitamos la primera casa que se edificó en la ciudad así como una visita panorámica de la ciudad. Me llamó mucho la atención la altura de casas, eran bastante bajitas, creo que la explicación estaba en los fuertes vientos de la zona. 
Nuestro guía no era muy partidario de llevarnos a las famosas casas de té, no se si sería porque nos retrasaría mucho y acabaría más tarde su trabajo  o porque realmente no merecía la pena, él nos dijo que era muy caro (sobre 45 pesos = 8 €), de todas formas ni nos chiflan demasiado los tes ni somos mucho de pastelería, y más cuando es un sitio típicamente turístico. Pero vamos, eso no quiere decir nada por ahí he oído decir que está muy bien.
Terminamos nuestra excursión por la ciudad de Trelew, la verdad es que vimos muy poco, prácticamente lo que nos cogía de paso para ir al museo paleontológico, cuya entrada era opcional y decidimos visitarlo tenía pinta de ser muy interesante, con lo cual nos perdimos el dar una vuelta por la ciudad. 

El MEF o Museo Paleontológico Egidio Feruglio, nos costró la entrada 25 p (4,46 €), es uno de los museos más importantes de Argentina y reconocido a nivel mundial, también es un Centro de Actividades Científicas. El tema principal del museo es el tiempo geológico y sus principales eventos biológicos. Estaba muy interesante pero las dos cosas no teníamos tiempo para verlas, esa es una de las desventajas de viajar en circuitos organizados.


Cuando salimos del museo nos llevaron al hotel.
Hotel Tolosa.  
C/. Roque Saenz Peña 256 -
Puerto Madryn (9120) - Chubut 
Tel: (54-02965) 471-850 - 456122 - 456396

http://www.hoteltolosa.com.ar/
El Hotel era un 3*, no estaba mal, a dos cuadras y media (como dicen ellos), es decir, a dos bocacalles y media, unos 250 mts. del Paseo Marítimo, estaba limpio y en general bien, el personal no era especialmente simpático. Claro que no pudimos elegir hotel, fue el que nos dieron en el circuito, después de haber estado allí nos hubiera gustado alojarnos en el Hotel Piren, éste está en pleno Paseo Marítimo y desde la terraza hubiéramos podido contemplar la maravillosa puesta de sol que tendríamos enfrente, claro si nos hubiéramos levantado a las 5'00 de la mañana, pues allí amanece tan temprano...
Después de recepcionar la habitación salimos a dar una vuelta por la ciudad, lo cierto es que estábamos en el centro en plena zona comercial, y aprovechamos para compramos unas chanclas (creo que allí las llaman ochovas). Sí, no habíamos querido llevarnos zapatillas para andar por el hotel para evitar bultos y pesos y echamos en la maleta un par de esas de entretelas que dan en los hoteles, perfectas, pero al tercer día ya estaban rotas, no habíamos caído en ese detalle, así que en vez de comprar unas zapatillas de casa compramos chanclas y así ya las tendríamos para Iguazú.
Por cierto, como anécdota, en otra zapatería cercana a esta había un anuncio en la puerta que quién llevara 100 pesos en monedas le regalaban dos ochovas. Por lo visto están bastante faltos de monedas, aunque a nosotros salvo en el jardín japonés que nos pidieron si teníamos el importe exacto por que el banco sólo le da una cantidad X de monedas (bastante pequeña), no notamos que nos dejaran de dar una vuelta por no tener cambio ni nada parecido.
Después de caminar un poco nos sentamos a tomar una cerveza, en una esquina, no recuerdo el nombre del bar, 20 pesos (3,50 €). Un poco más tarde nos fuimos a cenar a un restaurante, que como siempre, nos ha sido recomendado por dos vías, algún forero y el recepcionista del hotel. Se llama "Ambigu" (grande, porque por lo visto hay otro Ambigú chico) en Avda. Julio A. Roca, 97 esquina con Sáenz Peña, la calle de nuestro hotel.   http://www.ambiguresto.com.ar/ambiguresto.html  
Allí tomamos una milanesa Rossel, lomo a las hierbas y una botella de vino, 118 p (=21 €). La comida estaba buenísima y los empleados muy amables, pero debía ser hora punta y estaba lleno, consecuentemente el servicio lento y ruidoso.


Regreso al hotel. Alojamiento y otro día concluido.

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