17 dic 2009

ARGENTINA: Nov-Dic/2009 - CAP. V


DÍA 5º. JUEVES 26/11/09 – Puerto Madryn
Amanecemos en el Hotel Tolosa y bajamos a tomar nuestro primer desayuno, regular, no tienen zumo de naranja,  y si lo pides,te lo preparan pero hay que pagarlo aparte, aunque sí tienen otros zumos y el revuelto de huevos y bacón, estaba súper reseco y recalentado.
Nos recogen a las 8:00 de la mañana en el Hotel para hacer la excursión de Península Valdés, un recorrido fascinante que nos ocupará todo el día. Se inicia por la ruta núm. 1 que se une con la ruta núm. 2, ambas asfaltadas.
Al llegar al puesto de control El Desempeño (48 km de Puerto Madryn) se debe abonar el ingreso al Área Natural Protegida Península Valdés. Este ticket permite la visita de todas las unidades operativas de la misma (Istmo Ameghino, Isla de los Pájaros, Punta Pirámide, Caleta Valdés y Punta Norte).

Tras recorrer 26 km más se llega al Istmo Carlos Ameghino (estrecha franja de tierra de unos 7 kmts.) que une la Península con el continente, desde la cual se divisa el Golfo San José a la izquierda y el Golfo Nuevo a la derecha. Es la "puerta de entrada"a la Península Valdés.
Hicimos una parada en el Centro de Interpretación y museo histórico para tomar un cafelito y subimos a una especie de mirador en alto para divisar los golfos asimismo se puede ver en días claros la isla de los pájaros que se encuentra a unos 5 kmts., ya que no se puede llegar a ella por estar protegida.
En este punto teníamos que desviarnos hacia Puerto Pirámides a tomar el barco para realizar el avistaje de las ballenas, pero era un día de bastante viento del sur y no estaban saliendo los barcos, nos anuncia Gerardo nuestro guía, que haremos el resto de la excursión y dejaremos el avistaje para la tarde a ver si el viento amaina. 

Partimos al sur de la península, ya se nos había terminado la carretera asfaltada y comenzó el camino de ripio, pasando por Salinas Grande y Chica, volvimos a hacer algunas paradas más, cada vez que nos avisaba Gerardo que había animales a la vista como guanacos, liebres patagónicas, caballos, ovejas o ñandúes o cuando se cruzaba alguno delante del microbús. 



Era bonito ver esas extensiones de tierras enormes, llanuras impresionantes pobladas de corderos, esos corderos patagónicos que tienen amplias zonas de tierras para pastar y moverse cada uno de ellos, que es parte influyente en la calidad de la carne, de fama mundial.

Luego tomamos hacia Punta Cantor para observar la costa externa. Allí se encuentra un apostadero de elefantes marinos que se accede a través de unas pasarelas y terraplenes donde se baja hasta la playa pero sin entrar en ella. En los senderos habilitados para ello estuvimos contemplando durante un rato estos enormes animales, son impresionantemente grandes y eso que no había ningún macho ya que sólo estaban las crías engordando.


Esta especie emigra a las costas donde nacieron para reproducirse y cambiar la piel. Los machos llegan en primer lugar y se enfrentan en batallas realmente violentas por el dominio de una porción de playa lo más grande posible, con el fin de que las hembras que lleguen posteriormente a la costa queden bajo su dominio y se apareen con ellos.
Fruto de estos enfrentamientos son el gran número de cicatrices que adornan el cuello y cabeza de los machos.  En el transcurso del combate, los machos pueden perder bastante sangre e incluso parte de la "trompa", y no es raro que uno de los combatientes muera poco después de las heridas recibidas. Tras la batalla, vuelven al mar para alimentarse y recuperarse de la contienda, volviendo regularmente a la costa para vigilar sus dominios y formar su harén, usando como reclamo la trompa, que crece hasta los 45 cm.
Las hembras llegan en septiembre y octubre. Pocos meses después, las hembras dan a luz una única cría de color negro y unos 35 kg de peso.
Durante aproximadamente un mes, las hembras amamantan a sus crías con una leche tan grasa que les hace engordar a razón de hasta 4,5 kg al día. La madre no se alimenta durante este tiempo, por lo que al final del periodo puede haber perdido más de 130 kg. Después del destete, las hembras se aparean por última vez con los machos y regresan al mar.

Arriba en el mirador, hacia la izquierda, se puede observar la lengua de tierra llamada Caleta Valdés. 



Ya de vuelta, Gerardo nos da la buena noticia de que el viento ha remitido y podemos ver las ballenas, nos han dado cita a las 14:00 horas, menos mal, si no a Jose le da algo si se viene sin verlas. Continuamos hacia Puerto Pirámides, que es el único lugar de la Pensínsula Valdés donde se pueden realizar avistajes embarcados de la Ballena Franca Austral. Y por el camino como siempre, nos van poniendo al día de la vida de los animalitos que vamos a ver.

 
Esta especie es un cetáceo enorme: al nacer mide entre 4 y 6 metros y pesa 3 toneladas. Crece a razón de tres centímetros y medio por día, hasta superar los 12 metros y las 50 toneladas cuando es adulto. Las hembras son más grandes que los machos.Estos animales llegan a las aguas de Chubut para aparearse. La gestación dura un año y cada hembra da a luz sólo una cría por vez. Los dos años siguientes al nacimiento, la ballena madre se dedica en forma exclusiva a su cría. Durante los primeros 12 meses, la amamanta y no se separa de ella. Al año siguiente, procura que aprenda a valerse por sí misma.

En un precioso día azul y ya sin viento, llegamos a los catamaranes con los chalecos salvavidas puestos  y ahí tuvimos un fallo, por no hacerle caso a Gerardo, ya que éramos los primeros en llegar al barco podíamos elegir sitio, nos dijo que nos pusieramos en proa pero nada más llegar, el guía del barco, por decirlo de alguna manera, es un biólogo fotógrafo que colabora con la universidad para hacerle fotografías a las ballenas de sus callosidades que es como su DNI, lo que las identifica a unas de otras, pues como decía, este chico, oriundo de California, nos aconseja coger los dos pequeños asientos más altos que los demás que se encuentran a babor y estribor del catamarán a los lados de la cabina, de forma que ahí no estorbaríamos a nadie y estaríamos más altos para divisarlo mejor, no era del todo cierto, la gente se quejaba de que no veía y al final teníamos que agacharnos aunque se veían bien por ambos lados cuando las ballenas se aproximaban, pero no es lo mismo que en la parte de delante.

Vimos algunas ballenas, inluso una blanca, que por lo visto es bastante dificil encontrarlas, era alucinante ver esa mole moverse en el agua y levantarse para sumergirse de nuevo, dejándonos la bella estampa de la inmersión de su cola, eso concretamente lo pudimos ver en un par de ocasiones. 


A mi, particularmente me decepcionó un poco no por lo que vi, si no por lo que no vi, me explico, después de haber visto el día anterior la pingüinera, y ver tantos pinguinos juntos, esperaba algo similar con las ballenas, ansiaba ver muchas, muchas, y claro ni hay tantas como pinguinos, ni seguramente era ya la época más idónea, ya que están en esa zona sólo hasta final de mes y seguramente se habrían empezado a ir o también puede ser que no le pilláramos el momento porque eso es cuestión de suerte, hay gente que ve más pero también hay excursiones que se marchan sin ver ni siquiera lo que vimos nosotros, llevarse el recuerdo de ver una cola, imágen representativa de todo el turismo de Puerto Madryn.

Ya de vuelta en el barco con la preciosa vista de Puerto Pirámides de fondo y tras un avistaje de 45´(eso nos dijeron), el tiempo pasó tan rápido como si hubieran sido diez minutos, estás tan entretenido sin quitarle la vista a las ballenas por si en alguna distracción te perdieras alguna emersión importante.


Plenos por la maravillosa experiencia que acabábamos de vivir, llegamos al puerto muertos de hambre y sólo nos dan un "ratito" para comer en el único restaurante de la zona del embarcadero, en el pueblo supongo que habrá más. Nos dijo Gerardo que tomáramos algo ligero y rápido y ya cenaríamos mejor en Puerto Madryn, le hicimos caso y nos pedimos unos sandwiches  y una ensalada de mariscos (langostinos, vieiras, berberechos, mejillones, ...), pero la verdad es que no estaba muy buena, el marisco duro sin apenas sabor y con uin poco de arena y los dos sandwiches ¡que decir! el de Jose era una milanesa completa metida en un pan del tamaño de una suela del 38 y el otro que era un tostado de jamón y queso, algo más pequeño pero también de un tamaño considerable, menos mal que queríamos algo rápido, tuvimos que pedirle a la chica que nos lo envolviera para tomarlo más tarde, pues éramos incapaces de terminarlo.Todo ello con un par de quilmes: 20 €, era algo más barato, pero como no teníamos pesos para pagar, cobran en euros pero hacen casi siempre el redondeo para arriba. 


Cuando ya salimos de allí, de regreso a Puerto Madryn, casi todo el camino fui dormida, el run-run del bus por el ripio me causaba sueño, sólo me despertaba cuando Gerardo avisaba que había animales a la vista y por supuesto a la entrada de Puerto Madryn para no perderme la preciosa panorámica que que hay de todo el golfo a la llegada por la ruta nº 2.

Nos dejaron en el hotel, descansamos un rato y salimos por la zona del paseo marítimo a buscar una agencia para contratar una excursión para el día siguiente que teníamos el día libre hasta por la tarde.

Teníamos interés de ir a Punta Loma a ver la colonia de lobos marinos de un pelo, que estaba cerca y se podía hacer en un rato.Fuimos a la oficina de turismo para ver que nos aconsejan para hacer en el día y nos comentan que para hacer la excursión de Punta Loma era conveniente hacerla con marea baja y al día siguiente estaba entre las 7:30 y 11:30 de la mañana, así que había que madrugar un poquito para verla. Después de preguntar el precio en varias agencias,aceptamos la de "Ualán tour" en Avda. de Roca, 517 Tlfno.: 54-2965-458302 http://www.ualantour.com.ar

contratamos la excursión por 100 pesos = 17,85 euros. Nos recogerían al día siguiente a las 09:15 en la puerta del hotel.

Cuando salimos de la agencia dimos una vuelta por el paseo marítimo donde encontramos en la playa un grupo de flamencos en una estampa preciosa cuando casi empezada a anochecer.


Nos sentamos a tomar unas cervezas (tres en total con su correspondiente plato de maní, 22 pesos = 3,92 €).
Ya de vuelta en el hotel, nos comimos las sobras de mediodía, nuestros gigantescos sandwiches empaquetados desde Puerto Pirámides y que nos vino muy bien para cenar.
Descargamos fotos en el notebook, un poquito de Internet, y a la cama.

Ir a página de Inicio
Ir a Capítulo anterior: Capítulo IV - Buenos Aires-Puerto Madryn
Ir a Capítulo siguiente: Capítulo VI - Puerto Madryn-Ushuaia







No hay comentarios: